Hoy quiero dejaros este correo que me envío hace unos días mi amiga María Gispert. No es que estemos teniendo una buena temporada de setas debido principalmente a la falta de lluvia, pero con ganas, un poco de conocimiento y algo de olfato podemos recolectar cestas tan hermosas como las de mi amiga María.
Bueno aquí os dejo el correo que me hizo llegar y que me puso los dientes largos ya que a juzgar por la cesta que recolectaron, no les fue del todo mal.
No se exactamente el día, si que era finales de diciembre, una mañana con niebla en la que decidimos ir a por níscalos mi hermana Marta y yo, con mi padre, que de setas sabe lo justo pero esta se la conoce al dedillo porque es de las únicas que se come y la que mas le gusta.
El paisaje: un bosque de pinos estupendo, perfecto para recolectar este tipo de seta en la serranía malagueña, no diré su localizacion exacta por motivos obvios,
Empezamos a patear el pinar por zonas distintas y de repente, nada mas empezar mi padre encontró uno enorme, su frase al verlo fue “¡Tengo uno, gracias Dios mío!”. Varios minutos mas tarde mi hermana vio un corrillo y luego otra vez mi padre y así sucesivamente. Yo al principio no encontré mucho níscalo pero si encontré otros tipos de setas
Igualmente “nunca jamás” y repito “nunca jamás” recolectamos setas que no conozcamos a la perfección, así que nos limitamos solamente a algunas especies.
Casi al final encontré mi primer níscalo “no tan grande como el de mi padre, pero también hermoso y de buen tamaño”
“En la foto se puede apreciar la mano de mi padre cortándolo con mucho mimo.”
Seguidamente encontré estos dos, había otro detrás del último pero era un poquito chiquitín y no le cogimos, pero justo al lado mi padre y luego mi hermana encontraron unos pocos más.
Finalmente llegamos a casa y mi padre los hizo con una receta de un libro de cocina que tiene de los de toda la vida de la siguiente manera:
Una vez limpios los troceo, los metió en un cuenco grande de cristal,
Picó bastante ajito, lo metió junto con los níscalos, añadió aceite de oliva virgen extra, lo mezcló todo bien y lo dejó macerar un ratito.
Mientras tanto hizo unas patatitas fritas, las reservó; también cortó un poquito de jamón ibérico en juliana.
Después cogió una sartén grande he hizo los níscalos a fuego lento con todo el ajito y el aceite de oliva que había utilizado para macerarlos, con el tiempo se fue reduciendo el exceso de agua y formando una salsa con todo el sabor de los níscalos.
Cuando ya casi estaban hizo unos huevos fritos, añadió las patatas a la sartén con los níscalos y el jamón; monto el plato y listo. ¡ESTABAN BUENIIIIIIISIMOS!
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