Tengo grabado en la memoria el sabor de estas delicadas golosinas, ya que mi madre les tenía gran devoción y siempre que íbamos a Ronda, regresábamos con suministros suficientes como para saciar a cinco criaturas en su primer decenio de vida, mis cuatro hermanos/as y yo.
También podemos encontrar las archiconocidas yemas de Santa Teresa, que aunque son deliciosas, para mi no tienen el mismo sabor, tal vez debido a la memoria gustativa, ya que mis registros de tan exquisito dulce se ciñen a las que comía cuando era niño. Aunque creo que también tiene algo que ver la calidad del producto, y las conocidas como yemas del tajo son de una calidad insuperable, sin menospreciar las de Santa Teresa que se elaboran en la provincia de Ávila
Hay diferentes teorías sobre su procedencia aunque yo me decanto por su pasado andalusí. Bien es cierto que las primeras yemas en comercializarse son las de Santa Teresa, por Isabelo Sánchez, propietario de las pastelerías la dulce avilesa hoy conocidas como la Flor de Castilla, allá por el 1860.
Aunque como digo, los árabes ya elaboraban dulces parecidos muchos siglos antes en nuestras tierras andaluzas, dulces que en mi opinión, muy probablemente, son el origen de las yemas de Ronda.
El misterio de estas bolitas de huevo y azúcar se comprende al probarlas, delicadas, finas, untuosas, que se funden al entrar en contacto con el paladar, sin apenas presión, se desvanecen inundando toda la boca. Su elaboración sigue siendo artesanal y se forman las bolas una a una, sus ingredientes son 100% naturales (yema de huevo y azúcar).
Son perfectas para acompañar el café después de una buena comida, o a media tarde junto con un chocolate, pero hay que tener cuidado ya que pueden resultar adictivas, así que como casi todo lo dulce, tendremos que moderar su consumo.
Receta
Para el almíbar
180 gr. agua
200 gr. Azúcar
Poner el azúcar y el agua en un perol eléctrico o en su defecto en un cazo y llevar a ebullición hasta conseguir un almíbar con punto de bola dura
Para la pasta de yemas
12 yemas de huevo
Tamizar las yemas en un bol y agregarles el almíbar, mezclar y volver a poner al fuego, esta vez al baño María, cocer sin dejar de remover hasta que la pasta se empiece a separar de las paredes, cocer un par de minutos mas y verter en un recipiente para que se enfríe.
Para las yemas
Cuando este templado, mezclar el con 50 gramos de azúcar glasé y proceder a formar las bolas. Por ultimo rebozar en azúcar grano o en azúcar glasé según se prefiera.
Se suelen presentar en cápsulas de papel blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario